15 de diciembre de 2021

El Spock que todos llevamos dentro

Si hacemos una revisión de los libros escritos por Steven Pinker observamos un nervio común que subyace a todos ellos. En The Language Instinct (1994) explicaba el lenguaje humano desde nuestra capacidad innata para estructurar una lengua y dotarla de complejidad. En How the Mind Works (1997) describía algunas de las funciones de la mente humana desde la perspectiva de la psicología evolutiva, permitiendo alumbrar el origen de muchas de nuestras costumbres sociales, errores individuales o formas de comprender el mundo. En The Blank Slate (2002) se enfrentó, tal y como reza el subtítulo, a la negación moderna, o posmoderna, de la naturaleza humana. En The Stuff of Thought (2007) volvía a uno de sus temas principales para explicarnos cómo el lenguaje nos ayuda a dilucidar ciertos aspectos del mundo pero mantiene otros fuera del foco, es decir, sirve tanto para la búsqueda de la verdad como para la mentira y el engaño; cómo el lenguaje puede haber cambiado la mente humana sin caer en el determinismo lingüístico contra el que argumenta, y la importancia radical del lenguaje en la condición humana. En Enlightment Now (2018) mostraba con estadísticas cómo el mundo había mejorado desde hace siglos hasta ahora, e incluso en el breve tiempo de las últimas décadas, aunque no por ello se trataba de una mejora constante sin retrocesos y varapalos. Ya entonces defendía la razón sobre la superstición, la religión, la llamada de la tribu, la autoridad, el dogma, el identitarismo o la hermenéutica de libros sagrados, y abogaba por una visión de la conciencia y la mente humana en un sentido similar a la propuesta por Daniel Dennett en From Bacteria to Bach and Back, como módulos que interaccionan, forman jerarquías y se reutilizan a veces para fines distintos a los originales. Con su estilo sosegado tanto en la escritura como en sus entrevistas, armado de datos y conocimiento, Steven Pinker ha escrito todos sus libros en contra de quienes, al querer explicar todos los males de la humanidad a través de la sociedad, llegan incluso a negar la naturaleza humana, la influencia de la evolución en nuestra conducta, la espontaneidad y la capacidad innata del lenguaje, o la razón misma como una imposición occidental. 

En Rationality, What It Is, Why It Seems Scarce, Why It Matters (2021) continúa con esa tensión dialéctica en contra de cierto ambiente académico representado por constructivistas sociales, relativistas culturales, posmodernos y pesimistas incurables. Al igual que Jordan Peterson se preguntó por qué Steven Pinker se había molestado en escribir un libro como The Blank Slate, que refutaba la idea ya obsoleta de la tábula rasa, para luego darle la razón ante la proliferación de ideas que partían de ese supuesto tan anticuado, uno se pregunta por qué Pinker se ha molestado en escribir un libro a favor de algo tan razonable como la razón. Pero, en efecto, por increíble que parezca, la razón ha sido atacada en las últimas décadas como un producto interesado del poder y por tanto un arma opresora. Lo primero que nos dice Pinker, sin embargo, es que el desprestigio de la razón proviene del romanticismo, en el que se la separó de las emociones y las pasiones, creando una imagen de esta como algo frío, aburrido y típico de mentes calculadoras o, como en el caso de los ancestros vulcanos de Spock, una propiedad de quienes provienen de otro planeta, es decir, no propia de humanos. Pero lo cierto es que la razón y las emociones no están desligadas unas de otras, como ya también nos habló Jonathan Haidt en The Righteous Mind (2012), sino que la primera suele servir tanto a la mejor consecución y logro de las segundas como al control de estas, y en realidad son pocas las veces en que la razón y las pasiones entran en colisión o, explicado más acertadamente por Pinker, cuando las razones a corto plazo entran en conflicto con las razones a medio o largo plazo. Es decir, se razona para algún fin, y por supuesto todos los fines están relacionados con nuestros intereses y necesidades tanto individuales como de grupo, por lo que no es incompatible con el placer, el disfrute, el amor, las emociones, las relaciones humanas o la mejora de nuestra salud, educación, seguridad, alimentación o expectativa de vida. De hecho, pasamos mucho tiempo preguntándonos o informándonos cómo mejorar esas facetas de nuestra vida y, tal y como ya mostró en Enlightment Now, los seres humanos hemos progresado en nuestro bienestar y calidad de vida gracias a nuestra capacidad para razonar. 

Sin embargo, son muchos los errores que cometemos al razonar. Nuestra aversión al riesgo, sesgos como el de la disponibilidad de la información o las falacias lógicas juegan un papel importante a la hora de entender nuestros problemas para razonar bien. Caemos continuamente en engaños lingüísticos, trampas ideológicas o errores de cálculo, tal y como avisaba Daniel Kahneman -citado por Pinker varias veces- en un libro tan instructivo sobre nuestros errores de juicio como es Thinking, Fast and Slow, pero también somos precisamente los humanos quienes hemos analizado nuestros sesgos, descubierto las falacias en las que caemos, creado y desenmascarado los juegos lógicos y los engaños verbales, y quienes hemos corregido nuestros errores de cálculo. Como escribió Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo, el hecho de que erramos, no hace sino confirmar el carácter verídico del pensamiento. En ese sentido, este libro ayuda a estar más atentos y a usar la razón a la vez con más prudencia y con más audacia. Las capacidades cognitivas que nos permiten razonar no son perfectas, aunque hemos llegado a acuñar conceptos para distinguir lo racional de lo irracional, lo cual demuestra nuestra consciencia de esa frontera, pero también expone un conflicto entre dos polos de nuestra conducta de difícil conciliación. De ahí que el libro sirva como un manual de herramientas para entender la racionalidad. Otro de los problemas a los que nos enfrentamos según Pinker es cómo convencer a los demás de que, más allá de nuestras razones personales, creamos razonables ciertas medidas para el grupo, y cómo recurre a la teoría de juegos para encontrar una respuesta. Resulta muy interesante, por ejemplo, su hipótesis sobre el plano real y el mitológico de nuestra existencia, lo que explicaría cómo la mayoría de la gente es racional en la mayor parte de su vida diaria y, sin embargo, son capaces de albergar teorías de lo más insensatas o increíbles. Las respuestas y conclusiones de Pinker, aunque ya conocidas por los expertos, son a veces divertidas e ingeniosas, como cuando nos recuerda que en muchos juegos o conversaciones lo más racional es no participar, pero el hecho de aunarlas y darles coherencia en un libro nos ayuda a comprender el alcance y los límites de la razón humana, lo necesario y preciada que es, y lo mucho que no sería posible si no fuera gracias a ella.

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