Cada nuevo libro de Joe Sacco es un acontecimiento. Gran parte de su obra es una serie de investigaciones periodísticas en las que acumula y ordena testimonios de muchas entrevistas y ahonda en las causas políticas e históricas de las situaciones que trata, desde Safe Area Gorazde o The Fixer sobre algunos de los episodios de las guerras de los Balcanes a Palestine y Footnotes in Gaza sobre el conflicto israelí palestino. Para ello pasa periodos largos y sucesivas estancias en los lugares de los que habla, busca interpretes, se familiariza con el lugar, con las gentes y con lo ocurrido. Sus libros son densos en cuanto a las distintas capas que presenta y gruesos por su volumen que no escatima en información, desde los detalles de la vida cotidiana a los grandes acontecimientos, solapando el presente narrativo con escenas del pasado. Podría decirse que sus libros son tan interesantes o más que muchas novelas por su destreza narrativa y tan interesantes o más que muchos ensayos por sus incursiones periodísticas, pero Joe Sacco no es ni un novelista ni un ensayista, es algo distinto, un dibujante de cómics, proveniente del underground en la estela de Robert Crumb, que se dedicó al periodismo y a hacer de sus libros auténticos reportajes gráficos dibujados por él, un campo que inaugura y en el que es único, una rareza que aúna el talento del dibujante con el del periodista investigador. Su última entrega, Paying the Land, es un viaje a las comunidades indígenas del norte de Canadá para hablarnos de sus dilemas y dificultades y también, en última instancia, de la relación entre la naturaleza y el hombre, con una mirada crítica a nuestra cultura desde los bordes de la civilización.
Joe Sacco representa la vida tradicional de los Dene, uno de los pueblos primigenios de América, como una vida en la naturaleza, en armonía social y sin sentido de la propiedad de la tierra, en donde pequeños grupos se movían por bastas extensiones de valles y montañas durante largos periodos para luego reunirse en clanes familiares durante un mes en verano, cuando se celebraban las bodas y festejos antes de salir a pescar para avituallare para el rudo invierno. Una vida alejada de las poblaciones, a las que apenas visitaban una o dos veces al año, en donde despertaban antes del alba para cazar, cortar madera, hacer fuego, cocinar, limpiar pieles, y en el que hombres y mujeres hacían trabajos distintos que confluían todos en el bien común, pero sin llegar a especializarse por cuestiones de supervivencia, ya que debían saber de todo por si se encontraban solos ante la naturaleza, sin la ayuda del grupo. Unas comunidades en las que desde muy pequeño se les inculcaba cuál sería su rol en el grupo, en donde el aprendizaje se basaba en la observación e imitación de los adultos sin que nadie estuviera diciéndoles lo que debían hacer y en las historias que se les contaban, en las que el héroe representa el ideal del liderazgo del grupo, con las pruebas que debe superar y la actitud implícitamente más valorada ante los demás, historias sobre el equilibrio entre los hombres y los animales -sobre la amenaza de los animales a los hombres, en un ambiente tan hostil de frío, bosques y animales salvajes-. Pero esa imagen idílica contrasta también con los recuerdos de inviernos a menos de cuarenta grados en pequeñas cabañas, o caminando durante horas a la intemperie para cazar de forma precaria y, a veces, hasta la hambruna.
El dilema parece estar entre los riesgos de la modernización, con el peligro para el medio ambiente y la pérdida de las tradiciones, y la vuelva a una vida dura con inviernos ocasionales al borde de la muerte, aunque la portada del libro refleja la dicotomía entre la armonía de la vida tradicional y la fealdad de los tubos industriales modernos. El trabajo de Sacco se desarrolla a partir de los estragos experimentados por la comunidad en el presente, que describe a través de entrevistas, su técnica habitual, a la vez que ahonda en sus causas. El asentamiento significó la ruptura con la naturaleza y también, por ejemplo, la división tajante de los roles sexuales ya que los hombres salieron a cazar mientras las mujeres se quedaron en casa con los niños. La unidad familiar se redujo considerablemente y fuera del círculo más íntimo se acostumbraron a hacerlo todo por dinero, incluso asistir a las reuniones en los talleres. Una vez acaecida la muerte de los últimos que vivieron toda su vida en el bosque, moviéndose a pie o en trineos de perros, y no como ahora en coche, moto de nieve o helicóptero, quienes quedan son dependientes de los trabajos o ayudas del gobierno, lo que lleva a algunos de ellos a pensar que las subvenciones estatales han debilitado su vínculo con la naturaleza y la subsistencia, aquello que les daba sentido como individuos y como grupo. Pero los estragos en la comunidad tienen consecuencias más allá de la alteración de las relaciones entre ellos o con la naturaleza, la mayoría de las muertes actuales están relacionadas con el consumo del alcohol o las drogas, los abusos sexuales a menores por familiares borrachos duplican o triplican la media nacional y la violencia doméstica hacia las mujeres es hasta ocho veces superior. También la violencia hacia uno mismo es mayor, el suicidio entre las comunidades indígenas es entre dos y tres veces superior a la media nacional. ¿Cómo ocurrió?
Joe Sacco indaga en las razones económicas de fondo, desde los primeros tratados con los europeos hasta las negociaciones más recientes, en donde la propiedad de la tierra y la explotación de los recursos son las dos claves. Para los Dene la tierra no es de ellos sino ellos de la tierra, lo que chocaba con la mentalidad occidental. Además, provienen de una cultura oral que no comprendió la importancia dada a la letra impresa. Las razones argumentadas para explicar las desventajas y condiciones incomprensibles que los indígenas firmaron en su momento han tenido consecuencias en el presente que algunos intenta remediar, no sin muchas dificultades. Sacco va deshilvanando el proceso de sus reclamaciones, sus frustraciones y sus logros, desde el consenso logrado en los 60 por todos los Dene, al calor de los movimientos sociales en occidente, hasta las divisiones posteriores en las que cada pueblo y cada localidad ha ido haciendo tratos con el gobierno y las empresas según su conveniencia, lo que ha dificultado su posición conjunta. Las compañías extractoras de gas, petróleo o diamantes han traído trabajo y dinero, al menos durante ciertos períodos, pero también han dejado un rastro de deterioro en el medio ambiente y una disrupción importante en las comunidades, desde la prostitución al alcoholismo, desde la ruptura con sus medios tradicionales a la dependencia del gobierno y la apatía social. Como en toda comunidad mínimamente compleja, hay quienes están a favor de la asimilación, otros optan por la integración de los dos mundos en grados distintos y también hay quienes sueñan con el regreso a sus raíces. Pero la causa de que estas hayan sido casi perdidas radica en otro hecho traumático que supuso un corte drástico en la tradición, en la relación entre generaciones y en el trabajo manual diario, que el libro de Joe Sacco nos revela y en el que también indaga.
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