15 de diciembre de 2022

La historia hispana de los Estados Unidos

Resulta cuanto menos curioso, y refrescante, observar cómo lo que en España está asociado a un interés más propio de lectores conservadores, esto es, la historia del mundo hispano como consecuencia de su expansión e hibridación con otros pueblos, en Estados Unidos sea considerado como parte de un interés ideológico de los progresistas y de su lucha pedagógica contra los exabruptos estereotipados de su último presidente, Donald Trump. El Norte, The Epic and Forgotten Story of the Hispanic North America, es un libro escrito para la audiencia estadounidense que refuta ciertas tendencias históricas que han considerado los orígenes de los Estados Unidos solo como una herencia anglosajona. No en vano, la autora, Carrie Gibson, se pregunta desde la presentación cómo fue posible que siendo ella de origen mayormente italiano, y de reciente llegada, le hubiera costado menos integrarse en Estados Unidos que a otros de origen hispano, habiendo estado en esas tierras incluso desde antes de la creación de los Estados Unidos, y sigan siendo considerados como una categoría aparte no del todo integrada. La incongruente clasificación de grupos tan común en Estados Unidos, en la que se mezclan categorías raciales, culturales y religiosas en el mismo plano, tampoco ayuda ya que no es capaz de captar la compleja realidad lingüística, étnica, cultural y racial del mundo hispano, con todas sus intersecciones y mixturas, grados y diversidades. Pero gracias a la perspectiva histórica aportada por Carrie Gibson la idea de los Estados Unidos concebido como puramente anglosajón en su origen se muestra incongruente con una realidad más compleja, en la que, buena parte del país actual, todo el sur y el oeste, desde Florida a California, pasando por Louisiana o Texas, fue durante siglos parte de un mundo hispano que transformó a las poblaciones originales y creó muchas de las ciudades que hoy aún perviven, con una población propia hispana organizada y establecida desde antes de la llegada de los anglosajones. 

Por fortuna, es un libro que se esfuerza de manera encomiable en describir los hechos sin cubrirlos constantemente de juicios e interpretaciones, aunque no ahorra críticas a los españoles, los franceses y los ingleses, así como a los mejicanos y los estadounidenses, a la vez que también es comprensivo con los intereses de cada cual en cada momento de la historia, como uno espera de un buen libro para entender el cómo y el por qué de lo sucedido. Abarca desde la llegada de Cristobal Colón hasta el presente, en un periplo de siglos que va dejando sedimentos en la toponimia, en la arquitectura, en la lengua, en las estatuas que algunos quieren derribar y en la cultura del presente, como si quisiera subrayar que el presente es el producto de ese pasado convulso y mestizo. A las hazañas y peripecias de figuras capitales del primer medio siglo de la llegada de los españoles a América, como las de Hernán Cortés, Fray Bartolomé de las Casas o Ponce de León, se suma la importancia de que la Nueva España y los demás territorios de América formaran parte de la corona de España -en vez de convertirse en colonias- con un marco legal y burocrático complejo y ambicioso, y el establecimiento de ciudades por todo el continente, desde la Argentina y Chile hasta el Caribe. Así como la no menos importancia de las órdenes religiosas y del clero secular en la organización del mundo hispano, con el aprendizaje de las lenguas nativas y la escritura de sus gramáticas por parte de los curas y el sincretismo de los ritos y creencias nativas con el cristianismo. Sin embargo, las rutas del Norte, esa forma hispana de dirigirse a los territorios que hoy ocupan los Estados Unidos, llevan a la autora a narrarnos una serie de incursiones frustradas, relaciones fallidas y aventuras dramáticas en un espacio con unas poblaciones nativas distintas a las que se habían encontrado en otras latitudes, pueblos que en general eran nómadas y cultivaban poco, no pagaban tributos unos a otros y se dispersaban por un paisaje inmenso. 

Los mitos, aspiraciones y realidades de aquellos primeros europeos colisionaron con los indígenas, en un proceso de absorción, dominación, mestizaje, intercambio e hibridación, cuyas magnitudes son difíciles de medir hoy en día ya que la escasa información de la que disponemos está sesgada, generalmente por el lado español. A estos procesos pronto se unirían franceses e ingleses, multiplicándose los conflictos y complicándose las alianzas, en grupos enfrentados, con el agravante de las diferencias religiosas que la reforma luterana había hecho estallar en Europa. De hecho, las distintas y continuas guerras europeas, sus alianzas y rupturas, tendrán casi siempre un eco en América, desestabilizando los precarios equilibrios de muchos lugares, como por ejemplo Louisiana, en donde vivían españoles, anglosajones e indios de distintos grupos. Y a la inversa, como en la guerra de independencia, los conflictos de América tuvieron una repercusión en el continente europeo, en donde las grandes potencias aprovecharon y fomentaron las debilidades ajenas. Muchas de las historias narradas por Carrie Gibson son ejemplos de conquistas, rebeliones y venganzas, tratados de paz, alianzas y mestizajes, traiciones, desconfianzas y matanzas, tanto entre los europeos y los nativos como entre los europeos con sus aliados nativos. Esa frontera del Norte nunca fue fácil para los españoles, escasos en número, a quienes les resultó muy difícil asentarse en Florida así como dominar a los variados indios Pueblo en el oeste, una frontera alejada de la capital de Méjico, que con los siglos tendría también la presión cada vez mayor de franceses y anglosajones. Así, el caso de los esclavos negros que huían de las colonias inglesas y a quienes se les dio libertad en territorio de la Florida bajo el auspicio español, generó tensiones diplomáticas entre los dos países y protestas de los dueños de plantaciones, episodio paradójico en cuanto que, por aquel entonces, el número de esclavos se incrementó en la América hispana, pero que refleja los distintos procederes en las distintas regiones del imperio del basto continente americano. 

Para cuando los ingleses y posteriormente los americanos ya independientes se apoderen de los territorios primero de la corona española y más tarde de Méjico, la huella hispana en todo el sur de Estados Unidos, desde Florida y Virginia del sur a California, pasando por el Mississippi (llamado rio del Espíritu Santo por Hernando de Soto), Colorado o Texas, los españoles habían dejado una impronta asentada durante siglos que se refleja en un anecdotario extenso como el de la primera iglesia de los Estados Unidos fundada por un cura español (Eusebio Kino), en la riqueza de monumentos históricos y patrimonio de la humanidad en los que se han convertido las misiones supervivientes (este libro me ha recordado el sustrato turístico histórico de esa gran película de Hitchcock, Vértigo, en donde la huella hispana en San Francisco y alrededores queda bellamente retratada) o en realidades actuales como la herencia lingüística y cultural de mucha gente asentada en esas regiones. Según Carrie Gibson, esta historia hispana en Estados Unidos ha sido en buena parte silenciada o, por lo menos, tenida como menor, desde el mundo académico de los historiadores anglosajones hasta la propaganda, la política o el arte, en donde, por ejemplo, películas tan excelentes como las de John Ford apenas representan la presencia hispana en el oeste o el hecho de que muchos indios conocieran o fueran hablantes de español, y estuvieran cristianizados, como apuntaba María Roca Barea. Para Carrie Gibson la negación del patrimonio hispano como parte de Estados Unidos es el resultado de una visión reduccionista propia de la herencia puritana y anglosajona de los trece Estados originales, ya que, de hecho, la historia anglosajona en buena parte del territorio de Estados Unidos no es anterior sino posterior a la historia hispana, y su impronta, mezclada y mestiza, late en la cultura americana. ¿Cómo es posible, pues, se pregunta la autora, que subsista en muchos esa idea de los hispanos como algo distinto y de segundo orden, llegado posteriormente?

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