15 de abril de 2020

Tecnología y poder

Hasta Le Testament de Williams S. había leído siempre números antiguos de las aventuras de Blake et Mortimer, al principio al azar y luego, cuando me di cuenta de las múltiples referencias a otras aventuras y repeticiones de personajes, decidí pedirlos en orden, ver su evolución, sus cambios y sus repeticiones. A pesar de que ese número 24 escrito por Yves Sente, el más frecuente de los guionistas tras retomarse la serie creada por Edgar P. Jacobs, no había sido de los que más había disfrutado, con un misterio conspiratorio detectivesco sin repercusiones políticas, que quizá por saber un poco del tema me produjo más bien indiferencia ante otra teoría más sobre Shakespeare, y además descabellada, miraba cada varios meses en Amazon a la espera del siguiente, lo que se prolongó durante dos años. El hecho de que el nuevo número, La Vallée des Immortels, fuera el primer tomo y aún faltara otro año más para la publicación del siguiente sólo me desesperanzó el tiempo que tardé en leerlo y volver a esperar con entusiasmo la salida de la segunda parte. Supongo que esta espera entusiasta de nuevos episodios y su compra inmediata son indicios claros de eso que llaman ser un fan, y que a mí no me había pasado nunca, salvo por un remoto placer de la niñez cuando mis padres me compraban nuevos cómics de Tintín. No en vano, Jacobs y Remi fueron amigos y colaboradores, y cultivaron una estética similar dentro de la cual se desarrollaron de forma distinta. Quizá la diferencia más llamativa, aunque extra artística, sea que las aventuras de Blake et Mortimer han sido continuadas después de la muerte de su creador original, con un éxito y destreza de las que estos dos últimos números, también de Yves Sente, dan buena fe. Eso sí, los dibujos de Peter van Dongen y Teun Berserik, al contrario de los que a menudo solía hacer André Juillard, han explotado el paralelo con las aventuras de Tintín, sobre todo con Le Lotus Bleu, admirado por ser uno de las aventuras mejor logradas y documentadas por parte de Georges Remi, de lo que da buen ejemplo la portada de la primera parte de esta aventura, así como el dibujo y caracterización de algunos personajes secundarios. 

Esta nueva aventura, entre las que más he disfrutado junto a otras como Les 3 Formules du Professeur Satö, también en dos tomos, hace un equilibro realmente difícil entre la realidad histórica de la guerra entre nacionalistas y comunistas chinos y sus efectos en la colonia de Hong Kong, en un momento histórico en que la ciudad acogía a millares de refugiados, y la fidelidad a los tres primeros números de la serie en donde un imaginado imperio amarillo estuvo a punto de conquistar el mundo, que por los dibujos de sus edificaciones y las montañas que resguardaban su capital parecía un lugar en el Tibet. Unos primeros números en los que sus personajes salvaron el mundo en una tercera guerra mundial y cuya ambición temática, como en el caso de los primeros de Tintín cuando las masas lo aclaman por haber eliminado el crimen organizado de los Estados Unidos, debió ser atemperado en historias posteriores con un fin más modesto, aunque no por ello menos transcendentales. Esta situación de partida hace que el encaje de la nueva aventura en dos tomos, encuadrada justo después de los tres primeros tomos de la serie, escritos por Jacobs en los años cincuenta, y antes del resto de números de la serie, parta con unas dificultades añadidas que han sido resueltas con maestría y elegancia. No es la primera vez que una historia nueva se sitúa cronológicamente en algún momento anterior, o al menos parcialmente, pero no recuerdo que se hubieran reconstruido desde distintos ángulos viñetas dibujadas hace décadas, desde donde recrear una historia paralela hasta ahora desconocida. En este caso, la escapada del malvado Orlik con un avión Aile Rouge, uno de los prototipos aéreos creados a partir de los diseños que robaron al profesor Mortimer durante su encierro para obligarlo a desentrañar los secretos del avión invencible, el Espadon, con el que darían fin a la guerra. La exitosa escapada de Orlik trasciende el misterio, generalmente explicado para los lectores, de cómo este malvado consigue escapar a pesar de que sus planes acaben siempre malogrados. El Aile Rouge con el que huye no sólo será un motivo importante en la acción sino que además está relacionado con la idea de fondo que recorre esta aventura: la tecnología es la causante de grandes procesos históricos, quien la posee domina o consigue defenderse. 

La Vallée des Immortels comienza con el traslado accidentado por mar, en medio de una tormenta, de los tesoros del museo del Palacio Imperial a Hong Kong para salvarlo de los comunistas y el descubrimiento casual entre sus muchas piezas de unos papeles dentro de una estatuilla de un guerrero de terracota que contiene la historia del artesano que imitó y mejoró un arma traída de Persia, gracias a su pequeño y eficaz mecanismo, capaz de cambiar el rumbo de las guerras internas entre los distintos reyes que acabó en la unificación de China en un sólo imperio. Este tesoro dentro de un tesoro que revela la causa hasta el momento desconocida de un gran cambio histórico es también la historia dentro de la historia que no se acabará de revelar hasta bien entrado el segundo tomo porque, al igual que esta aventura en dos tomos, el texto antiguo está dividido en dos estatuillas y la otra ha caído en manos de piratas que lo han vendido en el mercado negro de antigüedades. Aquí no sólo se trata de encontrar un tesoro gracias a las indicaciones de un texto sino que el texto mismo es el tesoro buscado por los investigadores chinos con la ayuda de Mortimer y por el malvado Orlik y otros secuaces más o menos independientes al mando de su nuevo empleador, un señor de la guerra chino escondido en medio de la selva, independiente de nacionalistas y comunistas, que busca legitimizar sus aspiraciones megalómanas a emperador gracias a los papeles descubiertos. La búsqueda de esa historia escondida dentro de un tesoro arqueológico se convierte así en la historia de la que tanto los protagonistas como los lectores sólo conocemos por partes, creando dos historias, una en un pasado de gran relevancia histórica y de llamativos paralelos con la otra del presente narrativo, entre las cuales se establecen intersecciones, como el valor de quien ansía justificar su poder o una aventura onírica fantástica de gran belleza con elementos míticos enraizados en la tradición asiática. Lo que mueve a los malos es la codicia y la ambición personal mientras lo que mueve a los héroes es el conocimiento, la amistad y también, como no, la defensa de los intereses británicos en su pequeña colonia asiática. Como en otras ocasiones, la amistad complica sus aventuras con sacrificios para salvar a sus amigos mientras el amor al conocimiento crea vínculos entre sabios de distintos países que se ayudan unos a otros en una especie de fraternidad global implícita. 

Es en este punto de la tecnología, derivada del conocimiento, que se establece un paralelismo con la historia dentro de la historia sobre la innovación tecnología que permitió la unificación de China, y en el que los aspectos políticos e históricos pasan inevitablemente a primer plano. Los ingleses en Hong Kong trabajan en un modelo de avión, el Skylantern también diseñado por Mortimer, tan sofisticado que defenderá a la pequeña colonia de los posibles ataques de las distintas fuerzas que la amenazan y que por supuesto querrá ser robado por el malvado Orlik, como ya intentó hacer en la aventura inicial de la serie con el robo de un prototipo del Espadon, y Mortimer por su parte será raptado para que ponga a punto el Aile Rouge que ha caído en manos del señor de la guerra, al igual que ya le sucedió también en la aventura inicial con el imperio amarillo. Ciertamente hay elementos similares entre las aventuras, y pueden observarse múltiples variantes de otros tantos a lo largo de la serie. En el caso de La Vallée des Immorteles la tecnología tanto en la historia del presente narrativo como en la historia dentro de la historia sobre el pasado histórico están trenzadas con habilidad, emocionantes ambas y con una idea similar de fondo. También son reconocibles en esta nueva historia otros muchos elementos que no por repetidos dejan de ser eficaces y que harán las delicias de los lectores entregados a la serie, como los disfraces del malvado Orlik o del inseparable amigo de Mortimer el capitán Blake, lo fantástico y lo científico en la búsqueda del conocimiento y la verdad, o el gusto por los museos, el tabaco en pipa y el buen güisqui -los cuales afortunadamente no han desaparecido-. Pero también, como viene siendo visible desde el lanzamiento de los nuevos números a partir de la década de los noventa, la proliferación de personajes femeninos, más abundantes entre los buenos que entre los malos. Lo que tampoco cambia en estas aventuras es la acción trepidante, siempre plagada de amenazas múltiples, que suele bifurcarse entre los descubrimientos y desventuras de Mortimer y el esfuerzo de Blake por reconstruir lo sucedido a su amigo y rescatarlo, a lo que en esta entrega se suma el desarrollo de la ya mencionada historia del pasado dentro del presente de la narración, gracias a la cual se despliegan hasta tres líneas dramáticas paralelas que alcanzan momentos de gran intensidad juntas y por separado.

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