En los poemas del Colectivo CbzaCfga, escritos en castellano y en inglés, o en castellano con títulos en inglés, hay frecuentes menciones a las vísceras y una gran cantidad de referencias artísticas que asaltan al lector entre los versos, a veces aparentemente inconexos hasta que encontramos un hilo por el que retomar y desentrañar la unidad perdida, o como se dice en uno de los poemas: “Y resurrección / del poema / por debajo del agua”.
Se despliega en ellos la referencia literaria como un juego y un trasunto de emociones: “Con el deseo de ser piel roja / latiendo en el estómago / nos lanzamos desesperados a un viaje submarino / de más de 20.000 leguas en el bacará / de la noche / para descubrir el circo enmascarado / el lamento del vampiro / y gritarle al emperador / la desnudez cierta en que camina”. Y es que entre sus versos surgen a menudo títulos de libros, cuentos, poemas u obras musicales; referencias tanto a Leopoldo Panero como a Julio Verne o a Debussy. Hay, además, poemas que giran alrededor de una obra o de un artista (Coltrane, Cheever). Todas esas referencias se rebelan ante la aspiración de ser contabilizadas y analizadas, no están ahí para hacer del poema una pieza más culta ni para dar profundidad a la decoración de sus paredes, sino para jugar con ellas. Por eso, y porque existen en nuestra vida de una forma apabullante y necesitamos exorcizarlas, se encabalgan unas a otras en imágenes oníricas: “La angustia / y la aparición / de la brisa marina durante la tranquila / siesta de un fauno / a los pies de la tumba / de Edgar / Allan / Poe / observando la llegada de las cuatro estaciones”.
Estas referencias trascienden el juego. Tras ellas, el sufrimiento, la calma y la reflexión hacen su aparición sin ser vistos en su totalidad. La referencia ha sustituido pues a la metáfora y convive con otras figuras literarias. Además, la poética de estos poemas, a los que yo no he encontrado un equivalente, escoge las entrañas para expresarse y se centra literalmente en lo visceral. En sus versos los estómagos laten, se procede al análisis de los vientres o se abren los cuerpos del amor herido. Surgen de ahí los recuerdos de emociones pasadas que marcan nuestra existencia, como ese “último espejo” que es “necrofilia del primer amor”, o nos hace mirar hacia las nuevas costumbres: “las fábricas del amor / hace tiempo / que abandonaron la ciudad / para ser sólo solares vacíos”. Ante el lector se desfiguran pues las expresiones de tópicos manidos, transformándose, en un primer paso, en expresiones contradictorias como el estruendo mudo (“ODUMODNEURTSE!”) y de dolor en “el resurgir de la tristeza del verano / la alegría gélida del invierno / el infortunio y la súplica sutil / del escarabajo castigado / ausente de ventanas”.
Tampoco se quedan en la desesperación o en su salvación a través del idioma, se dirigen hacia la calma de los paisajes (“y el sonido de las hojas de los árboles / recibiendo el otoño”), la creación de significado en torno a palabras peligrosas para un poema, como “amor”, que habían sido destruidas anteriormente por el poeta para resurgir frescas (“el amor es imagen de ti”), el juego por el que las palabras más sombrías o lastimeras acaban en detalles graciosos (“brindando fúnebremente / por la primavera triste / que se desprende / del abanico / de mademoiselle Mallarmé”) o la reconstrucción del mundo a través del lenguaje (“y las palabras / posludio / de la sintaxis / y poema como únicos restos”) y la emoción recobrada (“de cuando fuimos / juntas / habitando el hogar de la melancolía”). Estos poemas, además, no renuncian a las figuras ni a la retórica clásica, maman de ella de una manera lejana (“Ahora, amiga mía”), y a la vez penetran en nuestras certezas de una manera muy contemporánea: “y profundo como la noche que cerqué / que cercaste / o creímos cercar cuando en realidad era ella / la que finalmente nos retenía”.
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