David Rieff acertó de lleno cuando escribió que Joe Sacco tenía un inmenso talento del que oiríamos hablar mucho más (The New York Times 24/12/2000). Su obra periodística se caracteriza por una primera peculiaridad única, Joe Sacco hace periodismo en cómic. Pero si tapamos el texto como ejercicio de análisis para enfocarnos sólo en sus imágenes nos damos cuenta de que el grado de comprensión de la narración sin la palabra es comparativamente inferior al cómic de ficción clásico y mucho menor que el de las últimas tendencias. La trazabilidad del sentido se asienta sobre todo en el texto, consecuencia lógica de su compromiso periodístico, cuyos recuadros fragmenta, dislocando sus posiciones para motearlos sobre la imagen, consiguiendo así un efecto más expresivo y eficaz, pero manteniendo la forma recta frente a la redondeada de los bocadillos de los diálogos, que tienen quizá menor preponderancia.
Dados sus fines, su obra alcanza una simbiosis perfecta entre imagen y texto, y a la vez ejerce un periodismo de investigación reacio y crítico con la rapidez consumible y melodramática del periodismo en busca de la noticia, tal y como nos sugiere en múltiples ocasiones en su Safe Area Goražde, el primero de sus libros asentados en la guerra de Bosnia. Periodistas reputados en conflictos bélicos como David Rieff o Christopher Hitchens, que escribe la introducción, coinciden en que el mayor logro de Joe Sacco es su capacidad de evocar la realidad. Sus imágenes hacen revivir la arquitectura derruida de las casas bosnias, el estado de sus calles, los rostros tristes y envejecidos de sus gentes y sus ropas raídas, detalles que raramente se describen en palabras y que sin embargo llegan de inmediato a través de una imagen. No hace falta que nos cuente las precarias condiciones de subsistencia de quienes están aislados en el enclave malamente defendido por tropas internacionales, nos lo muestra en cada detalle. Pero es fundamentalmente a través de la palabra que nos explica cómo se llegó a la destrucción de la convivencia pacífica, qué atrocidades acontecieron en nombre de una limpieza étnica dirigida mayormente contra los musulmanes y quiénes estuvieron involucrados.
Joe Sacco se mete en sus narraciones como personaje, está siempre presente pero en segundo plano, empequeñecido en tamaño y arrinconado en la escena, oculto bajo sus gafas. Al principio se presenta autocrítico e irónico con su posición de observador y periodista extranjero en medio de un conflicto del que él, al contrario que los demás, puede salir fácilmente, pero poco a poco enfoca la atención en las escalofriantes experiencias de quienes lo rodean. El camino lo transita a través de entrevistas que rescatan los acontecimientos del pasado reciente sin perder el pulso de la vida en el presente de su investigación periodística. Gracias a ellas nos enteramos de los dramas vividos por cada uno de los personajes, contados en analepsis diferenciadas por el negro que enmarca la página, y la narración de los hechos más relevantes desde los distintos puntos de vista de los entrevistados, encabalgando la historia con varios narradores que enriquecen, aclaran y corroboran la comprensión de lo sucedido, pero también mostrando sus posibles ambigüedades y limitaciones.
La figura del guía que lo pone en contacto con los futuros entrevistados y lo asesora sobre la población y los sucesos acaecidos cobra pues una importancia vital, muy cotizada entre los periodistas extranjeros necesitados de penetrar en las entrañas del conflicto. De ahí probablemente que Sacco haya centrado su segundo libro sobre Bosnia, publicado cuatro años después del anterior pero cuyo tiempo narrativo empieza antes y termina después de los hechos narrados en Safe Area Goražde, en un personaje dudoso que pone en cuestión la figura misma del guía para periodistas y que hasta la última página no sabemos si es un fanfarrón mentiroso o sólo un fanfarrón con muchas historias verdaderas pero demasiado duras a sus espaldas. No en vano se titula The Fixer, que es el nombre que se da en inglés a quienes hacen de guía a los periodistas. Esta segunda vez deja a un lado las cruentas y espeluznantes matanzas a musulmanes bosnios para hablarnos de los turbios líderes paramilitares que, sin embargo, fueron los primeros héroes en la defensa de la multiétnica Sarajevo frente a los atacantes nacionalistas ortodoxos serbobosnios.
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