15 de abril de 2014

Una abuela muy literaria

Mi mala memoria apenas recuerda personajes de abuelas en la literatura, y por tanto me atrevería a decir que han sido rarísimas, casi inexistentes. La más entrañable, sin duda, es Mme. Amédée, instruida, bondadosa, serena, amante de la elegancia y con la delicadeza suficiente para introducir a su nieto Marcel en lecturas con gusto y un sentido del refinamiento que lo acompañaría el resto de su vida, junto a su recuerdo. Pero la más mordaz, histriónica y divertida, pintada con unas pocas pinceladas y una ligereza envidiable, es Antonina Vassilievna Tarassevitchev.

Tienen que pasar nueve de los dieciocho capítulos en los que está divida la novela de Dostoyevski El jugador para que haga su entrada triunfal en la historia. Durante los capítulos previos ella ha sido la comidilla, la preocupación y la esperanza de casi todo el grupo en el que el joven Alexei Ivanovitch, el narrador, trabaja de profesor de los niños de la familia. La abuela se presenta indomable, inteligente y perfectamente consciente del deseo de su familia de heredar y de ser dada por muerta cuanto antes para que los distintos personajes salgan de sus muchos apuros económicos. Su temperamento es decidido y su lengua tan directa que hace saltar por los aires la atmósfera de misterio que ha ido tejiendo el narrador, haciéndola no sólo la abuela más extravagante de la literatura sino también uno de los personajes más divertidos que recuerdo haber leído. 

Casi tiene uno la sensación de que, llegado cierto punto, la historia debería haberse llamado La jugadora. Ella ha sido durante el inicio de la novela la gran ausente de cuya muerte todos dependen y una vez entra en escena se convierte en el personaje central, absorbiendo por completo la historia. La abuela deja perplejos a propios y extraños, asusta, entusiasma y horroriza. Pero el lector no puede menos que reírse ante este espectáculo, lo incisivo de sus afirmaciones, la sabiduría de sus juicios y la sensatez de sus palabras. Nos gusta por supuesto que fustigue a los egoístas que esperan su muerte. Luego, en la parte final de la novela, desaparece aquejada del mismo mal que el resto, y ya sólo sabremos de ella a través de la charla que mucho después mantiene Alexei Ivanovitch con el inglés Mr. Astley.

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