15 de enero de 2013

Mirar

A juzgar por lo oído demasiado a menudo, a los escritores se les llega a amar o a odiar, haciendo innumerables comentarios sobre ellos, sin haberlos apenas leído o incluso sin haber abierto ni una de sus páginas. Algunos resultan a muchos simplemente detestables tras haberlos escuchado hablar o porque alguien ha contado algo sobre ellos o por un artículo suyo en prensa o porque algo en su fotografía no les gusta. Sus vidas personales, sus temperamentos y actitudes, o sus máscaras sociales, generan todo tipo de reacciones, con frecuencia opuestas entre detractores y admiradores. Puede que no abramos nunca las páginas de un escritor que nos ha aconsejado alguien de cuyo criterio no nos fiamos o, al contrario, es muy probable que abramos un libro suyo sólo porque alguien cuyo juicio valoramos lo ha ensalzado. A veces no se explica uno por qué no ha abierto las páginas de tal escritor y sin embargo se lanza ilusionado hacia las de otro, sin haber leído previamente a ninguno de los dos. El hecho es que hay muchos libros, y debemos elegir, pero la seducción previa a la lectura no deja de ser un misterio, quizá porque hay tantos lectores como personas.

Ilustración: René Magritte.
Yo, por ejemplo, no me sentía atraído por John Berger, creo que debido a la lectura hace años de una frase suya al azar que, sacada de contexto, me pareció demasiado especulativa. Afortunadamente, y sin duda con curiosidad debido a la admiración y amistad que le profesa Isabel Coixet, saqué de la biblioteca universitaria uno de sus libros disponibles en el catálogo, Mirar, traducido por Pilar Vázquez Álvarez y cuyo título original es About Looking. Es una estimulante recopilación de artículos sobre arte escritos antes de los ochenta, capaces de hacernos volver a mirar lo mismo y verlo distinto, haciéndonos conscientes de lo difícil de interpretar y analizar con sensibilidad la obra de muchos artistas. El pensamiento de Berger se mueve a golpes bruscos, a veces desconcertantes, sorprendiendo al lector, y llevándolo por un recorrido del detalle a la teoría y de la vida del artista a la comprensión de su obra. La selección no deja de ser llamativa: En pleno auge del Pop art y la abstracción, Berger fija su atención en fotógrafos como August Sander y Paul Strand o en pintores como Seker Ahmet, Lowry y Ralph Fasanella.

Por una de esas casualidades de la caprichosa concatenación de lecturas, en uno de estos artículos, pensado a propósito del libro de Susan Sontag On Photography, Berger identifica el fenómeno del espectáculo con nuestras sociedades modernas como lo hace Vargas Llosa, de cuyo libro comenté el mes pasado una cuestión marginal relativa a los libros electrónicos. La cita reza: "El mundo industrializado, ‘desarrollado’, horrorizado por el pasado, ciego con respecto al futuro, vive un oportunismo que ha vaciado de toda credibilidad el principio de justicia. Este oportunismo convierte todas las cosas en un espectáculo: la naturaleza, la historia, el sufrimiento, el resto de las personas, las catástrofes, el deporte, el sexo, la política. Y la herramienta utilizada en esta transformación -hasta que el acto se haga tan habitual que la imaginación condicionada pueda hacerlo por sí misma- es la cámara". Sin duda no basta con mirar, hay que hacer uso de la sensibilidad, la inteligencia y los conocimientos. Al devolver el libro saqué con entusiasmo otro suyo, Éxito y fracaso de Picasso, y una vez terminado ese me decidí por Ways of Seeing, basado en las ideas ya expuestas por él en el programa homónimo de televisión para la BBC, que puede encontrarse en YouTube.

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